La planta baja se desarrolla como un espacio abierto y fluido, destinado a las funciones de día y completamente orientado hacia la piscina y el jardín posterior. Las grandes aperturas y la continuidad espacial permiten que interior y exterior se fusionen, creando un ambiente que invita a la convivencia y al disfrute cotidiano. La cocina, el comedor y la sala de estar se relacionan de manera natural, fomentando la vida familiar, pero ofreciendo al mismo tiempo zonas diferenciadas para cada actividad.
En la planta primera, las habitaciones se conciben como amplias suites llenas de calma: espacios generosos, luminosos e íntimos, pensados para acoger el descanso y la introspección. Cada estancia se convierte en un pequeño universo propio dentro del volumen general.
El sótano recoge los usos secundarios con discreción y funcionalidad, completando el proyecto con aquellos espacios que sostienen el día a día, sin necesidad de protagonismo pero con toda su importancia.
Esta casa es, en definitiva, la síntesis entre ambición formal y cotidianidad: un volumen arquitectónico potente que se convierte en un hogar acogedor, eficiente y plenamente adaptado al día a día de una familia.


