Para el maestro panadero, lo más importante en el local era tener siempre visión directa tanto del horno de leña como del obrador, ya que es la esencia de este taller donde todo es artesano.
El proyecto es respetuoso con el espacio que ocupa, minimizando el impacto en el exterior del edificio donde se encuentra, ya que es un inmueble histórico de la localidad, antigua sede de la Cruz Roja.
La pared de ladrillo visto y el horno de leña son elementos con mucha presencia en el espacio, por lo que la intención es que el resto de materiales elegidos respiren entre ellos y no adquieran más protagonismo.
En esta línea se diseña también todo el mobiliario. La vitrina central ocupa un volumen importante en el estrecho espacio principal. Está hecha con material porcelánico de acabado pétreo, que le da mucha robustez. Para aumentar la sensación de ligereza, queda volada en los extremos y se apoya únicamente en 3 puntos.
La zona de degustación se concibió como un espacio de permanencia corta y se diseñó una isla-tótem de forma orgánica que facilita mucho la libre circulación, a la vez que ofrece servicio de demostración de nuevos productos del taller.
Uno de los puntos más atractivos del local es la visión directa del obrador desde la zona de atención al público. Se genera una pequeña escenografía con una jardinera de trigo y en la que se abre una ventana a la parte más manipulativa del proceso de creación del pan, reforzando así el concepto global de artesanía.
